¿Cómo
comunicar el evangelio en un mundo actual, un mundo adulto, mayor de edad, que
ya no necesita de Dios? Esta pregunta estuvo presente todo el semestre en el
ramo de Comunicaciones de la Comunidad Teológica Evangélica de Chile, Sede
Concepción. En paralelo a las distintas unidades del ramo, estuvimos leyendo el
libro de Roger Lenaers, traducido y editado por Manuel Ossa, “Otro cristianismo es posible: Fe en lenguaje de modernidad”. Leímos otros textos
relacionados al tema, incluyendo una reflexión sobre los escritos de Dietrich
Bonhoeffer en la cárcel: ¿Cómo hablar de Dios sin religión?[1]
Mi
respuesta es la siguiente: la comunicación del evangelio ha de ser
ENCARNACIONAL. Hemos de ser, como comunidad de discípulos, una HERMENÉUTICA
VIVA del evangelio. Respondo desde mi postura luterana y bonhoefferiana, desde
un enfoque misional.
Me
es relevante apuntar que la posmodernidad muestra un panorama muy distinto a lo
que Lenaers y Bonhoeffer plantean, pues la religiosidad no ha disminuido, sino
que ha aumentado. No trataré de camuflar mi crítica contra Lenaers. Así mismo,
refutaré la pretensión de colocar a Bonhoeffer en su misma línea. Veo en
Bonhoeffer un tremendo aporte para corrientes como la misión integral y otras
que entienden la posmodernidad como una poscristiandad, que a su vez implica
una des-occidentalización y una des-racionalización del cristianismo.
“Otro cristianismo de Lenaers” vs “Un
cristianismo sin religión de Bonhoeffer”
Lenaers
comienza indicando algo que considero muy cierto, que el lenguaje y la
comunicación no se limitan a lo hablado, sino que abarca nuestras doctrinas,
celebraciones y estructuras. El lenguaje y la comunicación abarcan todo lo que
somos, y eso es crucial para mi propuesta.
Luego
comenta, considerando siempre su contexto católico-romano y europeo, que el lenguaje
de la iglesia no comunica nada al mundo actual, y que aquello se ve reflejado
en las tensiones entre conservadores y progresistas, en la decreciente
influencia de la iglesia y en los templos cada vez más vacíos. Ante esto
considera que es necesario actualizar el lenguaje, cambiar el envoltorio del
producto, y que lo principal para aquello es reconocer la autonomía del mundo y
despedirse de la heteronomía (la idea de que este mundo se es regido por otro
mundo celestial o por un Dios de aquel mundo), y caricaturiza el cristianismo actual
como una religión con la que buscamos comprarnos el favor de un Dios tirano.
Lenaers habla de actualizar ese cristianismo proponiendo una teonomía, que
sería la reconciliación entre la autonomía del ser humano y la fe en Dios:
“Quien piensa en términos teonómicos, confiesa a Dios como la más profunda
esencia de todas la cosas y por ello también como la ley interna del cosmos y
de la humanidad”[2].
Luego
de esto, comienza a reformular la doctrina desde la perspectiva teonómica, que sería
una perspectiva optimista del humano y su desarrollo, negando toda intervención
divina científicamente inexplicable, con un exacerbado evolucionismo y antropocentrismo.
Se suma a los intentos liberales del siglo XIX de explicar o desmentir los
milagros, la revelación divina en la Biblia, la personalidad de Dios, la
divinidad de Jesús, su concepción virginal, su resurrección y nuestra esperanza
de resurrección, la ascensión y su segunda venida, etc. Yo hubiese esperado que
luego de las guerras mundiales, de la crítica de Barth a los liberales, y del
desarrollo en la ciencia hermenéutica, esas pretensiones hubiesen quedado
superadas.
En
su crítica a la religión, Lenaers comparte varios puntos con Bonhoeffer, que yo
considero extremadamente relevantes, como lo son la crítica a la
“extramundanidad”, al status de privilegio que la religión se arroga, y al Deus
ex machina o “Dios tapa hoyos” que termina siendo cada vez más irrelevante. Sin
embargo, Lenaers y Bonhoeffer caminan por veredas contrarias. Lenaers, en un
teocentrismo impersonal, niega toda posibilidad de autorrevelación de Dios, reduciendo
la revelación a lo que las mismas personas han concluido en su búsqueda natural
de lo divino. Tiene un concepto liberal de religión y busca actualizar esta
religión cristiana, para que la Iglesia Católica Romana no pierda su influencia
o vigencia. Bonhoeffer, en cambio, niega toda posibilidad de acercarse a Dios
por la religiosidad o virtud humana, habiendo un solo camino hacia Dios, que es
el camino de Dios autorrevelándose a nosotros: Jesucristo. Bonhoeffer no quiere
actualizar la “religión cristiana”, sino que rechazar la religión, retomando la
noción de Lutero al diferenciar la “religión natural” de la fe auténtica y
cristocéntrica. El “cristianismo sin religión” de Bonhoeffer es un llamado a
dejar de aferrarse a las construcciones humanas sobre Dios (usadas muchas veces
para justificar las propias pretensiones de poder) y seguir a la persona de Jesucristo
encarnada y crucificada, tomando en serio su sufrimiento en el mundo.
Esta
diferencia entre entender, por una parte, la religión como un sentimiento
humano hacia lo trascendente y, por otra parte, entender la fe como una
autorrevelación de Dios, sería la línea divisoria entre los liberales y los
barthianos. Lenaers está claramente en la vereda liberal y Bonhoeffer claramente
en la vereda barthiana.
Pese
a lo anterior, muchos se han esforzado por mostrar una imagen liberal de
Bonhoeffer, entre los que destacan John A.T. Robinson[3] en Inglaterra y Harvey Cox
en USA[4]. Éste último hace una
apología de la secularización a partir de Bonhoeffer. Gustavo Gutierrez,
considerado padre de la teología de la liberación, también muestra a Bonhoeffer
como su precursor, a partir de lo cual muchos han visto en Bonhoeffer a un revolucionario.
Barth se pronunciaba a esto de forma anticipada, advirtiendo sobre “la
injusticia que se le hace al repentinamente ponerlo en la misma línea de
Tillich y Bultmann”[5]
En
cuanto al secularismo, sería provechoso recordar las palabras de Bonhoeffer en
su conferencia pública el 19 de noviembre de 1932: “Somos ‘trasmundanos’ o
somos ‘secularistas’; pero eso quiere decir, que no creemos en el reino de
Dios. Somos enemigos de la tierra porque quisiéramos ser mejores que ella, o
somos enemigos de Dios porque nos roba la tierra, nuestra madre. […] ¡No seáis
‘trasmundanos’, sino que sed fuertes! […] ¡Haceos débiles en el mundo, y dejad
que Dios sea el Señor! Y es que tanto el ‘trasmundanismo’ como el ‘secularismo’
no son sino dos caras de la misma cuestión: la falta de fe en el reino de Dios.
No cree el que huye del mundo, buscándolo allí donde no está su trabajo, ni
cree el que piensa que debe erigirlo como un reino del mundo.”[6]
En
cuanto a la actualización del cristianismo, sería provechoso recordar otra conferencia
en 1935 sobre “La actualización de textos neotestamentarios”. Recordemos que
la teología liberal también fue fundamento para los grandes adversarios de
Bonhoeffer y el resto de la Iglesia Confesante (Bekenende Kirche). Los
Cristianos Alemanes (Deutsche Christen) buscaban presentar un cristianismo
depurado de todo lo relacionado a los judíos. Eso también implicaba una Biblia
depurada. No solo depurada de lo que era judío, sino que también “actualizando
su lenguaje” a la ciencia moderna, al biologismo nacionalsocialista, para poder
llegar al “hombre moderno”. Ante esto, la charla de Bonhoeffer presenta la
siguiente disyuntiva: “La cuestión de volver contemporáneo el mensaje del Nuevo
Testamento puede significar dos cosas. O bien se quiere decir que el mensaje
cristiano tiene que justificarse ante el mundo contemporáneo, y que en ese
sentido tiene que mostrarse capaz de una actualización, o bien se quiere decir
que el mundo contemporáneo tiene que justificarse ante el mensaje bíblico, y
que para eso este mensaje tiene que volverse actual. Aquellos que plantean hoy
esta pregunta por la ‘actualización’ con tan insólita urgencia, como la
principal tarea de la teología, siempre están hablando en el primero de estos
dos sentidos. […] así uno se compra un cristianismo útil, domesticado.”[7] Dietrich Bonhoeffer
propone que la mejor actualización es la fiel traducción y exposición de la
Biblia. “Es curioso que aún persista la opinión de que hay que añadir a la
exposición del texto algo más, algo presuntamente más concreto. ¿Pero qué
podría ser más concreto que ciertos capítulos del Apocalipsis, de los profetas,
del sermón del monte o de la historia del buen samaritano? […] ¿No es acaso eso
lo impresionante de nuestra época, que basta tomar cualquier texto y exponerlo
de modo claro, agudo y pertinente a la materia, y que con eso ya está
‘actualizado’?”[8]
Bonhoeffer insiste también en que se ha de leer la totalidad de la Biblia, como
un todo, criticando la práctica liberal de distinguir entre ‘palabras humanas’
y ‘palabras divinas’. De todas formas, Bonhoeffer concedía un lugar a la
crítica bíblica moderna, pero pone la llana exposición ‘ingenua’ por sobre la
crítica.[9]
Sería bueno considerar todo esto cuando reflexionamos sobre “cristianismo sin religión” e “interpretación no religiosa de los términos bíblicos”. Aunque no falta quien argumente hablando de un quiebre en Bonhoeffer, viendo que en sus cartas de la cárcel, en sus últimos 2 años de vida, está renegando de su obra. Esta idea me parece descabellada. La idea del quiebre ya no tiene lugar y la continuidad en el pensamiento de Bonhoffer no está en discusión, gracias a la biografía de Bethge en el plano vivencial y a la obra de Feil (1971) respecto a su pensamiento teológico. Sin mencionar a otros cercanos, estudiantes y académicos que también refutan la idea del quiebre. Yo diría que basta con leer su obra con seriedad, en vez de dejarse llevar por reflexiones de terceros sobre citas sueltas. Me parece pertinente citar a Frits de Lange[10]:
“Bonhoeffer
deja atrás esta fase de su vida [en la que podría tener pretensiones de una ‘vida
santa’] sin abandonar la perspectiva de la fe que desarrolla en El Precio de la Gracia. Cuando dice:
“Hoy puedo ver los peligros en ese libro, aunque aún mantengo lo que escribí”[11], hace imposible
considerar el periodo de El Precio de la
Gracia como un desvío muerto en su camino desde ‘la iglesia’ hacia ‘el
mundo’ en los ojos del último Bonhoeffer (Hanfried Müller). Más bien da
argumento para responder a la cuestión de su ‘continuidad/discontinuidad’ en el
desarrollo de la teología de Bonhoeffer de forma más dialéctica (con Von
Weizsäcker)[12],
en términos de un progreso de ideas que llegan a la madurez. Profundización y enriquecimiento en vez de
quiebre y despedida.”
Posmodernidad y poscristiandad
El
fenómeno de la posmodernidad es muy discutido y necesitaremos de varias décadas
o siglos más para que los historiadores la describan y cataloguen. Sin embargo,
me referiré a la comprensión que la “iglesia emergente” ha asumido de la
posmodernidad, que es la corriente cristiana que más enfatiza en lo posmoderno.
Según Patrick Franklin[13], la iglesia emergente
abraza los siguientes aspectos de la posmodernidad: 1) La posmodernidad niega
la verdad absoluta (o nuestro acceso a ella) y la objetividad del conocimiento,
especialmente el concepto del observador desapasionado. 2) En vez de un
optimismo moderno sobre la verdad (su bondad inherente, su tendencia hacia la
sistemización y la claridad), el posmodernismo es escéptico de las meta-narrativas
o reivindicaciones ‘totalizantes’, prefiriendo la paradoja y las diferencias.
Se prefieren las metáforas sobre las proposiciones, así como se prefieren las
narrativas sobre las sistematizaciones. 3) En la modernidad la verdad es
accesible para el individuo a través de métodos racionales, en oposición a la
tradición y la revelación, mientras que para el posmodernismo la ‘verdad’ se
discierne a través de experiencias humanas compartidas. Es relacional,
culturalmente tolerante y no-jerárquica. 4) Mientas que la modernidad es
escéptica ante lo sobrenatural (es decir… ¿Dios existe?), el posmodernismo está
abierto a la espiritualidad, al ritual y al misticismo (es decir… ¿cuál
Dios(a)?). En la modernidad el misterio debe resolverse, pero en la
posmodernidad el misterio es bien recibido y celebrado. 5) La metodología
moderna insiste en la compartamentalización y la especialización, mientras que
el posmodernismo enfatiza la integración, lo interdisciplinar y la
interconexión de la vida. La modernidad tiende al dualismo (privado/público,
espíritu/cuerpo, etc.), mientras que la posmodernidad abraza la tensión (nunca
uno o el otro, sino que ambos).
Junto
a todo esto está la crítica a la cristiandad, que nace del constantinismo y la
teología del dominio católica-romana, que tanto romanos como evangelicales de
influencia estadounidense tratan de preservar. Sin embargo, la cristiandad o
era constantiniana empezaría a sucumbir a fines del siglo XX. Cuando hablo de
cristiandad me refiero a la cultura occidental, entendida como cultura
cristiana bajo el tutelaje de la iglesia. Si bien romanos y evangelicales buscan
preservar el tutelaje de la iglesia sobre la cultura occidental, los liberales secularizadores
también proponen la religión cristiana como base de la cultura occidental, no
con el tutelaje de la iglesia, sino que bajo el tutelaje del Estado y
diseminada en los valores y la ética de Jesús. Como diría Bonhoeffer, dos caras
de la misma cuestión.
La teología luterana de la cruz, con su crítica a la razón, nos hace ver que Jesús no buscó una teocracia judía ni una cristiandad teocrática, sino que “proclamó una forma distinta de revolución, una en que el poder de Dios es demostrado a través de la debilidad, el amor, la sanidad, el perdón y la reconciliación. Este reino opera subversiva y sacrificialmente, no a través del poder y prestigio humanos”.[14] A esto mismo se refiere Bonhoeffer cuando critica la religión y la existencia de ese Dios glorioso y poderoso que viene a salvarnos, cual genio a nuestras órdenes. En la cruz está el Dios que nos abandona, pero que al mismo tiempo corre nuestra misma suerte y muere por nosotros, muestra máxima de su encarnación y su amor por nosotros. Como diría Pablo, ciertamente tropezadero para los religiosos que piden señales, ciertamente necio para los secularistas que piden sabiduría, pero los llamados ven en Cristo crucificado el poder de Dios y la sabiduría de Dios (1Cor.1:18-31).
Para
profundizar en esta línea, recomiendo leer la obra de Matthew Kirkpatrick,
especialmente la publicación llamada “Ataque a la cristiandad en un mundo mayor
de edad: Kierkegaard, Bonhoeffer y la pregunta sobre un ‘cristianismo sin
religión’”. [15]
Así
mismo, me parece pertinente criticar la soberbia con que iglesias históricas y
la academia han visto el pentecostalismo. Como diría Opoku Onyinah, presidente
del Concilio Pentecostal y Carismático de Ghana, sobre la interacción entre
culturas y el cristianismo africano y la posmodernidad: “es una nueva forma de
cristianismo […] que ahora también está presente en occidente”[16]. El pentecostalismo,
especialmente en su faceta en el mundo no occidental, es una fe posmoderna.
Grandberg lo ilustra diciendo: “un evangelical quiere saber en qué crees, mientras
que un pentecostal quiere escuchar tu historia espiritual”. Claramente resulta
una simplificación, especialmente al ver cuánta influencia evangelical y
fundamentalista tiene el pentecostalismo occidental, pero podemos decir que el
pentecostalismo encarna un énfasis en lo narrativo y ve la realidad en las
experiencias espirituales, desafiando la lógica y el racionalismo de la cultura
occidental moderna.
Opoku
Onyinah insiste en la relevancia que tiene creer en los milagros para la
cultura posmoderna. ¡El evangelio debe ser encarnacional! Debes tocarlo,
saborearlo, sentirlo. Eso también implica un desenvolvimiento activo en las
artes y la cultura, el uso pleno de la tecnología y redes sociales, así como
envolvimiento en política.
En
los medios sociales puedo ver una informal pero creativa teología que llega a
miles, a través de foros, memes cristianos, teoficciones y teografías[17]. También abunda la música
en múltiples estilos, las dramatizaciones bíblicas, el cine, así como la
diversificación de la liturgia y el compromiso con el prójimo y el que tiene
necesidad, incluyendo las marchas y todo tipo de manifestaciones y activismo
pacifista. Puede que simplemente estemos muy fragmentados y con nuestros
corazones curvados sobre nosotros mimos, como para nutrirnos de todo lo que
está aconteciendo impulsado por la multiforme gracia del Espíritu.
Ese
evangelio multiforme y palpable podemos verlo también en otros cristianismos
pietistas, así como en el cristianismo ortodoxo oriental. Como luterano también
toco, saboreo y siento la Palabra hecha carne en la Santa Cena, que me habla de
un Cristo que sigue encarnándose en medio nuestro, que existe en forma de
comunidad y en aquellos que nos necesitan.
Una eclesiología misional y
encarnacional, una hermenéutica viva
Me
quiero limitar ahora a mostrar mi apoyo a la propuesta de Patrick Franklin[18], de entender la
eclesiología de Bonhoeffer como una eclesiología misional. Esto es, no entender
la misión como una tarea de la Iglesia, sino que como la esencia misma de la
Iglesia. No es que Dios le haya dado una misión a la Iglesia, sino que creó una
Iglesia para su misión. La Iglesia ES misión y la misión significa SER una
comunidad de discípulos enviada al mundo. Esto se basa en la naturaleza
relacional y ‘enviadora’ de Dios. Él mismo está comprometido con la misión en
el mundo y viene a él. Envía a su hijo, encarnándose en Él, y así mismo nos
envía a nosotros con el amoroso poder del Espíritu Santo, encarnándose en
nosotros. La Palabra hecha carne, Jesucristo, existe en la comunidad de
discípulos que, en su vida comunitaria, son la viva hermenéutica del evangelio.
Dios
no se comunica por raciocinios ni a través de métodos ni religiones, sino
solo a través del encuentro personal en Jesucristo a través de la historia y de
la vida. Hay que entender los límites del lenguaje, como diría Ludwig
Wittgenstein (1889-1951). Vuelvo a citar a Frits de Lange[19]:
"Puedo decir con veracidad sobre mi
propia vida, que sobre el evangelio he aprendido mucho menos del estudio de la teología,
que de las vidas de personas santas. En parte, esto refleja la estructura
narrativa del evangelio cristiano. Las verdades del cristianismo son
verificadas en el testimonio vivo y no en el silogismo lógico."
Este
sería el resumen general de lo que implica esta eclesiología misional, según lo
propuesto por Patrick Franklin, dentro de lo que yo englobo todo lo expuesto en
este ensayo: 1) La Iglesia proclama y encarna el evangelio; 2) la Iglesia
practica un "cristianismo sin religión"; y 3) La Iglesia
existe-para-otros, siguiendo a Jesucristo como “hombre-para-otros” en el mundo.
Y
para cerrar quiero volver a la pregunta primera: ¿Cómo comunicar el evangelio
en un mundo actual, un mundo adulto, mayor de edad, que ya no necesita de Dios?
¿Cómo hablar de Dios sin religión? Respondo con las palabras del hermano
François, de la Comunidad de Taizé[20]:
“¿Cómo
hablaremos entonces de Cristo hoy? Bonhoeffer responde: a través de nuestra
vida. Es impresionante ver cómo describe el futuro a su ahijado: «Llegará el día
en que quizá será imposible hablar abiertamente; pero rezaremos, haremos lo que
es justo. Y llegará el tiempo de Dios». Bonhoeffer cree que el lenguaje
necesario nos será dado por la vida. Todos podemos sentir hoy, incluso respecto
a quienes están más cerca de nosotros, una gran dificultad para hablar de la
redención por Cristo, de la vida después de la muerte o, más aún, de la
Trinidad. Todo eso se encuentra tan lejos para la gente que, en cierto sentido,
ya no necesita de Dios. ¿Cómo tener la confianza de que, si nuestras vidas
están enraizadas en Dios, el lenguaje nos será dado? No nos será dado si
disminuimos el Evangelio. No, el lenguaje nos será dado si vivimos
verdaderamente de él.”
[1]
Dietrich Bonhoeffer, Seigneur des non-religieux, Études 3943(2001)371-382, traducido y condensado por Márius SALA.
[2]
Roger Lenaers, Otro Cristianismo es
posible. Fe en lenguaje de modernidad, Editorial Abya Yala 2008. pág.25.
[3]
John A.T. Robinson, Honesto para con Dios
(1963)
[4]
Harvey Cox, La ciudad secular (1965)
[5]
Bath(1971:122), extraído como cita del libro de Manfred Svensson “Vida y
pensamiento de Dietrich Bonhoeffer: Resistencia y Gracia Cara”.
[6]
Dietrich Bonhoeffer, Dein Reich komme,
conferencia en Berlin, 1932. Traducido por Wilfred Faber, 1992, versión 2.4
(Mayo 2011) www.venga-tu-reino.blogspot.com
[7]
DBW XIV, 399-401. Illegale
Theologenausbildung: Finkenwalde 1935-1937. Traducido por Manfred Svensson.
Este párrafo sobre la charla en 1935 “La actualización de textos
neotestamentarios” lo extraigo casi textual del libro de Svensson, Vida y pensamiento de Dietrich Bonhoeffer.
Resistencia y gracia cara, Editorial CLIE 2011, pág. 174.
[8]
ídem, 410-411.
[9]
Nuevamente, estoy parafraseando casi textualmente a Manfred Svensson, Vida y pensamiento de Dietrich Bonhoeffer.
Resistencia y gracia cara, Editorial CLIE 2011, pág. 178.
[10] Frits
de Lange, Saint Bonhoeffer? Dietrich
Bonhoeffer and the Paradox of Sainthood, traducción mía. Última revisión el
16/07/2017 en: https://www.academia.edu/5900357/Saint_Bonhoeffer_Dietrich_Bonhoeffer_and_the_Paradox_of_Sainthood
[11]
Carta del 20 de Julio de 1944, citada por Frits de Lange
[12] Carl
Friedrich von Weizsäcker, Gedanken eines Nichttheologen zur theologische
Entwicklung Dietrich Bonhoeffers’, in Hans Pfeifer (ed.), Genf 76. Ein
Bonhoeffer-Symposion, Chr. Kaiser München 1976, 29 –50, 43.
[13]
Patrick S. Franklin, John Wesley in
conversation with the emerging church, McMaster Divinity College (2008),
pág.3.
[14]
Referecia que hace Patrick Franklin a la obra de McLarren “The Secret Message
of Jesus” en, John Wesley in conversation
with the emerging church, McMaster Divinity College (2008), pág.7. No puedo
sino ver en esta descripción una muestra de la teología de la cruz de Lutero.
[15]
Matthew Kirkpatrick, Attacks on
Christendom in a World Come of Age: Kierkegaard, Bonhoeffer, and the question
of “Religionless Christianity”. Princeton Theological Monographs. Eugene,
OR: Pickwick Publications (2011).
[16]
Mi fuente es Wes Grandberg-Michaelson, tutor de From Tomes Square to Timbuktu: The Post-Christian West Meets the
Non-Western Church. Publicó sobre el pentecostalismo como religión
posmoderna en Sojouners, última revisión el 17/07/2017: https://sojo.net/articles/pentecostalism-postmodern-culture
[17]
En la Comunidad Teológica Evangélica tenemos a un grande que puede enseñarnos
sobre cómo comunicar el evangelio en la actualidad, nuestro compañero el pastor
Francisco Pincheira.
[18] Patrick
Franklin, Bonhoeffer’s Missional Ecclesiology, McMaster Divinity College,
2007-2008. Traducido por mi persona en https://protestayfe.blogspot.cl/2017/05/la-eclesiologia-misional-de-bonhoeffer.html.
[19]
Frits de Lange, Saint Bonhoeffer?
Dietrich Bonhoeffer and the Paradox of Sainthood, traducción mía. Última
revisión el 16/07/2017 en: https://www.academia.edu/5900357/Saint_Bonhoeffer_Dietrich_Bonhoeffer_and_the_Paradox_of_Sainthood
[20]
Hermano François de Taizé. Un Retrato. La
actualidad de Dietrich Bonhoeffer (1906-1945). Última actualización el 22
de junio de 2007: http://www.taize.fr/es_article4891.html
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