domingo, 27 de septiembre de 2015

La ortodoxia muerta

Sabrán que me preocupa y me dedico en gran medida la reconciliación y unidad de la Iglesia: todos los que confiesan a Jesucristo como Señor y Maestro, conforme a la Biblia, independiente de nuestras diferencias y tradiciones.

Insisto en que uno de los mayores obstáculos para la reconciliación es el crecimiento que ha tenido el énfasis en la ortodoxia. Es una palabra conocida que hace referencia a la sana doctrina o doctrina correcta (del latín orthodoxĭa, y éste del griego ὀρθόδοξια, de las raíces ὀρθός -orthós, "correcto", "recto"- y δόξα -dóxa, "opinión", "creencia", "dogma", "doctrina"-), pero me refiero principalmente a la corriente surgida dentro del cristianismo protestante en el siglo XVII. Un enfoque que también ha resurgido de forma exacerbada con el fundamentalismo del siglo XX y XXI. (Para entender mejor, recomiendo leer la siguiente nota de Juan Stam: ubicación histórica de la teología evangélica)

Es vital leer la Biblia y comprender correctamente su enseñanza. En ese sentido es necesario que nos mantengamos dentro de una ortodoxia, dentro de la enseñanza bíblica, y parte importante del ministerio de la Iglesia es enseñar y mantener correctamente esa enseñanza (Ti.1:9, 2:1; 1Tim.1:3,10, 4:3; Ef.4:14; Ap. 2:14). El problema del enfoque ortodoxo es que suele entender la fe como el aferrarse ciegamente a un sistema de creencia y dogmas. Para un ortodoxo, ser maduro en la fe suele significar comprender cuestiones teológicamente complejas (muchas de las cuales son realmente especulaciones y no son explícitas en la Biblia). Entienden la lucha del cristiano como la defensa de la verdad bíblica y la condenación de todos los que no se aferran a la "sana doctrina" tal como ellos la entienden. La unidad de la Iglesia solo pueden verla basada en un sistema teológico y dogmático común.

Todo esto suele ir de la mano con una forma lógica/absolutista te entender la verdad y la revelación, acompañada generalmente de una forma literalista de leer la Biblia. Al respecto, recomiendo leer el capítulo 2 (a partir de la pag.12) del siguiente documento: Bautizados vivimos.

Mi llamado es a amarnos y reconciliarnos a pesar de las diferencias. La Biblia nos llama a estar unidos en la diversidad y lo presenta como parte esencial de nuestra misión y de la vida. Espero que al compartir con el otro no veamos una doctrina correcta o incorrecta, sino que a Cristo mismo.

Como dice constantemente el evangelio según Juan, especialmente dentro de su último gran sermón (Jn.13-17), la Verdad no es una doctrina. La Verdad es la misma persona de Cristo. Como he dicho antes, la fe cristiana no se basa en una moral, ni en ideas, sino que en la persona de Cristo, la cual se encarna constantemente en nuestro prójimo. Efectivamente, es apegarnos a la Verdad la única forma en que podemos estar unidos. O sea, unidos a Cristo es que estamos unidos. La fe no es una creencia, sino que confianza y comunión con Cristo. Los que están en comunión con Cristo son una sola gran comunidad, que ha de luchar unida por la misión evangélica de seguir a Cristo, sirviendo al necesitado y proclamando a nuestro Señor y Maestro.

Si una ortodoxia nos lleva a poner murallas en vez de llevarnos a derribarlas... es una ortodoxia muerta.

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